CONOCE SU VIDA
¿Quién es Ramón Otero Pedrayo?
Ramón Antonio Vicente Otero Pedrayo, más conocido como Ramón Otero Pedrayo (Ourense, 5 de marzo de 1888 - Ourense, 10 de abril de 1976) es una de las grandes figuras de la literatura y la cultura gallegas, personalidad destacada de la llamada Generación o Grupo Nós, del que formaron parte, entre otros, Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, Vicente Risco, Antón Losada Diéguez y Florentino López Cuevillas. El grupo recibió este nombre porque se formó en torno a la revista homónima (Nós), fundada en Ourense en 1920 y publicada hasta 1936, año en que comenzó la Guerra Civil Española.
Su momento de mayor esplendor se produjo durante la Segunda República (1931-1936), con unos objetivos estratégicos que definieron a toda una generación: la afirmación de la cultura gallega en los ámbitos de la modernidad, el uso constante de la lengua gallega como lengua culta en todas sus manifestaciones y formas de creación cultural y literaria, la conexión con Europa y el pensamiento contemporáneo, la defensa de la identidad nacional de Galicia, a la que denominaban «célula de universalidade»...
Otero Pedrayo pertenece al grupo de intelectuales que, especialmente en el primer tercio del siglo XX, construyeron lo que podemos llamar «cultura gallega de la modernidad». Ensayistas, narradores, investigadores de la cultura popular y otras formas de alta cultura, filósofos, activistas culturales y sociales, muchos de los cuales participaron activamente en la política de su época, cuyo principal logro fue el Estatuto de Autonomía de Galicia, aprobado por el pueblo gallego en plebiscito el 28 de junio de 1936.
La figura de Otero Pedrayo abarca un amplio abanico de disciplinas: novelista, cuentista, poeta, ensayista, historiador, geógrafo, orador... Su obra ocupa un lugar extraordinariamente significativo en el ámbito cultural gallego, con una gran influencia en las generaciones que le siguieron. Patriarca de las Letras Gallegas, primer presidente de la editorial Galaxia, figura central de la resistencia gallega durante la dictadura franquista, su temperamento liberal y democrático, junto con su talento y su impresionante formación intelectual, constituyen una referencia esencial en la historia de nuestra cultura contemporánea.
Infancia, adolescencia y familia
Ramón Otero Pedrayo nació el 5 de marzo de 1888 en el segundo piso del edificio que actualmente ocupa el número 25 de la calle Paz de Ourense. Esta céntrica calle, llamada «dos Zapateiros» hasta 1839 por los numerosos zapateros que se habían establecido en ella, era a finales del siglo XIX una vía burguesa y comercial, donde convivían pacíficamente la alta burguesía y los artesanos.
El 5 de marzo es la festividad de San Adrián. Este es un detalle relevante, ya que este será el nombre que el escritor elegirá para muchos de los personajes autobiográficos que crea. En Escrito en la niebla (1927) encontramos a Adrián Solobio; en Los caminos de la vida (1928), a Adrián Soutelo; en las páginas de Alrededor de sí mismo (1930), a Adrián Solovio, y en La vocación de Adrián Silva (1950), a Adrián Silva. Silva y Soutelo corresponden a los apellidos de los abuelos del autor. Todos estos personajes ficticios comparten, además de la S inicial de sus apellidos, el hecho de ocultar una firme y obstinada voluntad autobiográfica. Otero deja constancia de sí mismo, de su familia o de las personas que conoció en muchos de sus textos.
Ramón era el único hijo de Eladia Pedrayo Ansoar y Enrique Otero Sotelo, que llevaban cinco años casados cuando nació su primogénito. El padre era un hombre culto y liberal, conocido en la ciudad por ejercer su profesión, la medicina, y por posicionarse públicamente, como diputado provincial, a favor del poeta Manuel Curros Enríquez contra el obispo Cesáreo cuando se publicó Aires da miña terra.
Eladia, la madre, era una de las hijas del prestigioso abogado ourense Ramón Mª Pedrayo Silva, alcalde de la ciudad en 1860, con despacho en el número 17 de la calle Maior y propietario del edificio de la calle Paz. Precisamente en honor a su abuelo materno, padrino del niño, se le puso al escritor el nombre de Ramón. En la partida de bautismo, firmada el 6 de marzo en la iglesia de Santa María a Real del Norte, junto a Ramón encontramos los nombres de Antonio y Vicente.
Antonia era la abuela materna del niño, cuyo nombre completo era Antonia Ansoar Rañoy, que ya había fallecido cuando él nació, y su abuelo paterno, Antonio Otero Rodríguez, natural de Lugo pero afincado en el pueblo de Trasalba. Don Antonio, que también había fallecido en 1888 cuando nació Ramón, se había casado con Vicenta Sotelo Puga, lo que completa la explicación del nombre compuesto del escritor.
El joven Ramón escucharía de esta abuela de Trasalba, conocida familiarmente como «Mamá Tenta», un sinfín de historias en lengua gallega: relatos de casas solariegas y nobles, de monjes expulsados, de viejos personajes populares del pueblo, anécdotas sobre vecinos y antepasados que Ramón recrearía, apenas alteradas, en su obra literaria.
Vicenta Sotelo, que nunca quiso abandonar la casa del pueblo, está enterrada en un ataúd de piedra empotrado en la pared de la iglesia parroquial de Trasalba.
El escritor nace en el seno de una familia culta y acomodada, en una de las calles burguesas y comerciales del centro de la ciudad. Criado entre Ourense y Trasalba, rodeado de cariño y de todo tipo de cuidados, se convierte desde muy joven en un buen estudiante, mostrando desde temprana edad una inclinación por las humanidades y la geografía.
En septiembre de 1898, a la edad de diez años, ingresa en el instituto. Lo hace en el Centro Provincial de Instrucción (hoy Instituto Otero Pedrayo), inaugurado en 1896 en las afueras del jardín del Posío. Desde el primer momento sigue con entusiasmo y verdadera dedicación las clases de Retórica y Poética del director, Marcelo Macías; las de Eduardo Moreno López, a quien nunca olvidará y de quien dirá que heredó los fundamentos de su amor por la Geografía; y las de Salvador Padilla, profesor de Español y Latín.
Los buenos resultados académicos obtenidos en estos años explican que, a principios de junio de 1901, el joven Ramón Otero Pedrayo fuera elegido, junto con su compañero de estudios, amigo de la infancia, vecino y más tarde compañero en la vida política y cultural, Florentino López Cuevillas, para compartir una comida con Emilia Pardo Bazán. La escritora, patrona de los Juegos Florales de la ciudad, recibe en el Ayuntamiento a los dos representantes de los estudiantes ourenses, de 13 y 15 años respectivamente, cuidadosamente peinados y vestidos con impecables trajes de marinero azules.
El 28 de mayo de 1904, cuando está a punto de terminar sus seis años de secundaria, fallece su padre. La muerte de Enrique Otero, enfermo desde hacía meses, marcaría un punto de inflexión en las vidas de Eladia, Vicenta y Ramón. El joven se convierte de repente en el hombre de la familia y, apenas dos meses después del funeral, recoge el premio especial de la sección de Artes que le conceden en el instituto, vestido con estricto luto.
Eladia, viuda prematura a los 45 años, se hace cargo de las finanzas familiares. En poco tiempo, administra con habilidad y determinación los ingresos, la casa y las tierras de Trasalba. Además, al igual que harían los personajes ficticios Ramoniña en Camiños da vida o María en Arredor de si, se preocupa por el futuro inmediato de la finca.
En septiembre de 1905, tras aprobar las tres asignaturas del Curso de Ampliación de Filosofía y Letras como alumno externo, Ramón Otero Pedrayo, que había pensado en estudiar medicina pero lo había descartado siguiendo el consejo de su padre, se traslada a la capital, Madrid, para comenzar sus estudios universitarios. Matriculado en Derecho por expreso deseo de su madre, que quería que su hijo siguiera los pasos de su abuelo, el joven consigue compaginar estos estudios con los de Filosofía y Letras, que son los que realmente le interesan.
Tres textos firmados por el propio Ramón Otero Pedrayo describen con detalle esta primera etapa de su vida: A historia de un neno (Patronato R. Otero Pedrayo, 1979), los artículos Lembranzas do meu vivir (Revista Grial, 52, 1976) y Desvelamento de Santiago (Revista Grial, 19, 1968).
Ramón Otero Pedrayo llega a Madrid para cursar sus estudios universitarios en octubre de 1905. En el edificio del antiguo noviciado de la Compañía, en la calle San Bernardo, cursará simultáneamente las licenciaturas de Filosofía y Letras y Derecho. La primera por voluntad propia y la segunda para satisfacer a su madre. Solo se matriculará como alumno oficial en este primer curso académico. La muerte de su abuela en 1906 hace que, a partir de ese momento, estudie como alumno particular. Esta condición le permite alternar temporadas en la capital con otras en Ourense o Trasalba, donde acompaña a su madre, a la que está muy unido.
En Madrid, vive cómodamente en un alojamiento céntrico. Poco después de llegar, se hace miembro del Ateneo Científico, Literario y Artístico, en el número 21 de la calle del Prado. El futuro escritor recordará siempre con cariño la biblioteca de esta importante institución, donde pasó muchas horas leyendo y estudiando. En el Ateneo también asistió a conferencias y charlas que reunían a las figuras más destacadas de la vida intelectual española de la época.
Los años universitarios son años agradables, de una vida lujosa y despreocupada. Las cafeterías, los conciertos, las charlas y los paseos con los amigos ocupan la mayor parte de las horas que, como Adrián Solovio en Arredor de si, vive una vida despreocupada. Es en una de estas cafeterías, la Universal, donde entabla amistad con Primitivo Rodríguez Sanjurjo, poeta y cuentista ourense con fama de ser un hombre culto y excéntrico. La relación entre los dos escritores se irá fortaleciendo con el paso de los años.
A principios del verano de 1911 regresa a Ourense con ambas licenciaturas completadas, decidido a prepararse para unas oposiciones que le permitan convertirse en profesor de secundaria. En el café Royalty de la ciudad conoce a Vicente Risco, Florentino L. Cuevillas y Primitivo R. Sanjurjo, que pronto partirá hacia Estados Unidos como profesor universitario. Otero no tarda en sumarse a los proyectos ideados por sus amigos de la infancia. Cuando se funda el Ateneo de Ourense en 1914, los tres compañeros se apresuran a colaborar en las actividades culturales del centro: Cuevillas como bibliotecario, Risco como director de la sección de Literatura y Otero como tesorero. También participan en las actividades de la Comisión Provincial de Monumentos de Orense, presidida por Marcelo Macías.
En 1917 se pone en marcha un nuevo proyecto, esta vez por iniciativa exclusiva de los jóvenes. Nos referimos a
La Centuria.
Revista Neosófica, considerada precursora de la Revista Nós. Contaba con colaboraciones de Primitivo R. Sanjurjo, Arturo Noguerol Buján, Vicente Risco, Cuevillas y el propio Otero Pedrayo, que firmó sus primeros artículos en las páginas de esta singular publicación: «La confesión del hombre culto» en el segundo número y «Cartas espontáneas» en el siguiente.
El 19 de febrero de 1919, tras varios intentos, finalmente aprueba las oposiciones. En marzo de ese mismo año toma posesión de su primer puesto en el instituto de Burgos. Pocos meses después, ya en verano, consigue cambiar el puesto de Burgos por uno en Santander, donde permanecerá hasta que finalmente es destinado a Ourense. El 1 de octubre de 1921, se convirtió en profesor de Geografía e Historia en la escuela donde había estudiado de niño.
Poco antes, el 30 de octubre de 1920, se publicó el primer número de la Revista Nós, destinada a convertirse en el órgano cultural más influyente de la literatura gallega antes de la Guerra Civil Española. Habría que esperar hasta diciembre del año siguiente, 1921, para leer el primer artículo de Otero Pedrayo en esta notable publicación. Se trataba del texto titulado «Irlanda política no século XIX».
El 6 de agosto de 1923, Ramón Otero Pedrayo se casó con Josefina Núñez Bustamante en la iglesia de su pueblo natal, la pequeña aldea de San Vicente de Toranzo, en el valle del Pas. En su luna de miel, la pareja visita París, Brujas, Bruselas y Gante. Un viaje que guarda cierto parecido con el que emprende en la ficción literaria Adrián Solovio, quien recorre Europa en busca de sí mismo.
Los años siguientes son de trabajo frenético. Otero Pedrayo, hombre de reconocida y sólida formación, toma las riendas de la defensa cultural y política durante este periodo y multiplica sus actividades en favor de la cultura y la lengua gallegas. En enero de 1925 se incorporó al Seminario de Estudios Gallegos, institución fundada por un grupo de jóvenes gallegistas en 1923 con el objetivo de estudiar y promover nuestro patrimonio cultural. Lo hizo presentando una ponencia titulada Síntesis xeográfica de Galicia (1926).
En 1924, a la edad de 36 años, ganó el premio organizado por la Liga de Amigos de Santiago para el Festival de la Lengua Gallega con Pantelas, home libre, una novela corta publicada por la editorial Lar al año siguiente. Así comenzó la larga y prolífica carrera literaria del que llegaría a ser conocido como el patriarca de las letras gallegas.
La generación del nosotros, la Segunda República
Ramón Otero Pedrayo es, sin duda, una de las figuras más destacadas del nacionalismo gallego del primer tercio del siglo XX. Aunque desde el principio perteneció al grupo de jóvenes intelectuales orenses que más tarde se convertirían en los pilares de la llamada xeración Nós, su plena adhesión al nacionalismo fue lenta. Durante muchos años, el ourense se preocupó por su desarrollo personal y, en general, se mostró indiferente y poco activo en lo que a política se refiere.
Se suele señalar que la primera actividad política del escritor fue la visita que realizó el 15 de diciembre de 1917, acompañando a Vicente Risco, Arturo Noguerol y Antón Losada Diéguez a la estación de Monforte para recibir al político nacionalista catalán Francesc Cambó, que acababa de llegar a Galicia. El propio Otero Pedrayo afirmó que se unió al movimiento gallegista bajo la influencia del profesor Antón Losada Diéguez.
A este respecto, cabe señalar que Otero Pedrayo no figura entre los firmantes de la I Asamblea Nacionalista, convocada por las Irmandades da Fala y celebrada en Lugo el 18 de noviembre de 1918, y al año siguiente tampoco está presente en Compostela durante la II Asamblea, aunque en esta ocasión sí se adhiere a ella desde Santander. Sin embargo, se sabe que en 1918 participó en la campaña electoral a favor de la candidatura regionalista de Lois Porteiro Garea, miembro de las Irmandades de Compostela. Como resultado de este apoyo, firmó el artículo «Acción Regionalista» en el periódico ourense La Región el 13 de enero de 1918.
La derrota electoral no desanimó a los nacionalistas gallegos. Otero Pedrayo, Vicente Risco y Noguerol viajaron a Vigo en abril de 1921 para participar en la asamblea anual de las Irmandades. A partir de entonces, la actividad de los miembros de la generación Nós se vuelve intensa y continua. Además de la revista, Risco, Otero, Castelao y Cuevillas llevarán a cabo una enorme labor en todos los frentes en favor de nuestra cultura. Trabajan con entusiasmo en ensayos, estudios etnográficos, artículos políticos y obras narrativas, al tiempo que participan en todos los actos que benefician los intereses gallegos.
En 1928, la editorial Nós edita Os camiños da vida, la primera gran novela del escritor, destinada a convertirse en una de las obras fundamentales de la literatura gallega contemporánea. La obra retrata la vida de dos familias vecinas, los Doncos y los Pugas, que representan el cambio social provocado por el auge de la burguesía y la caída de la antigua nobleza gallega. Dos años más tarde, la misma editorial imprimió Arredor de si, obra clave para comprender la generación literaria de Otero y la visión del mundo del escritor. Se trata de una novela de formación que describe la transformación del protagonista, Adrián Solovio, del individualismo al compromiso con el ideal gallegista. Vicente Risco la describió como el retrato generacional del grupo.
En la década de 1930 se consolidó la reputación del escritor como hombre culto y polifacético. Su prestigio creció en la sociedad gallega gracias a sus intervenciones públicas y a los innumerables artículos que firmó en las páginas de Nós, El Pueblo Gallego, Céltiga, A Nosa Terra y, en general, en cualquier publicación que se lo solicitara.
En este clima de actividad febril, la inminente llegada de la República lleva a algunos gallegos, entre ellos Otero, a vislumbrar la posibilidad de alcanzar la autonomía de Galicia. Comienza entonces un periodo de intenso entusiasmo y trabajo para el escritor. En 1930 recorre la provincia de Ourense, dando mítines nacionalistas y anticaciques. En abril del año siguiente se funda el Partido Nacionalista Republicano de Ourense con la intención de presentarse a las inminentes elecciones a las Cortes Constituyentes.
El PNRO, presidido por Ramón Otero Pedrayo, que se presenta como candidato a las Cortes Constituyentes, defiende la autonomía de Galicia, la cooficialidad de las lenguas gallega y castellana y una reforma que permita la transferencia de los servicios públicos estatales a Galicia. Otero gana el escaño de diputado por su provincia y, junto a Castelao y Ramón Suárez Picallo, defenderá un modelo federal en el Parlamento de Madrid.
En diciembre de 1931 participa en la fundación del Partido Galicianista en Pontevedra, del que será miembro del primer Consejo Ejecutivo. Ante el inminente reconocimiento de la República como Estado laico, Otero, conservador y católico, trata de garantizar que el nacionalismo gallego conserve el mayor carácter confesional posible dentro de sus instituciones. El 25 de octubre de 1931, su nombre y los de un destacado grupo de nacionalistas aparecen como firmantes de un documento ampliamente difundido en la prensa de la época, titulado «Afirmación católica de un grupo de nacionalistas», en el que el escritor se pronuncia públicamente sobre el carácter confesional del Estado.
A pesar de estar en desacuerdo con las propuestas del Partido Galicista en materia de laicidad del Estado, Otero aceptó las decisiones de la mayoría y no abandonó el partido. Participó activa y lealmente en la campaña del plebiscito del Estatuto y compartió la alegría de la victoria conseguida el 28 de junio de 1936.
Tras el levantamiento militar del 18 de julio, se avecinaban días oscuros para el escritor y sus compañeros. Ramón Otero Pedrayo tuvo que afrontar el asesinato y el exilio de muchos de sus compañeros y experimentó en primera persona cómo su conservadurismo y su defensa pública de la religión católica no bastaron para evitar la apertura de una causa de responsabilidad política que acabaría con su destitución de la cátedra del instituto de Ourense.
El período de posguerra
El 21 de agosto de 1937, un año después del estallido de la Guerra Civil, una orden dictada por el recién instaurado régimen franquista obligó a Ramón Otero Pedrayo a dimitir como profesor de enseñanza secundaria. Durante algo más de once años (hasta el 8 de noviembre de 1948) se le privó del derecho a ejercer la docencia. En los años inmediatamente anteriores a 1948, en un arranque de dignidad y coherencia, se negó, a pesar de las continuas peticiones del Gobierno, a solicitar formalmente su reincorporación al cuerpo docente. Se mantuvo obstinado en que nunca había pedido que le quitaran su trabajo y que no tenía intención de pedir que se lo devolvieran.
Los años que estuvo alejado de la enseñanza fueron económicamente difíciles para la familia, que sobrevivió gracias a los ingresos de las tierras de Trasalba y a la venta de una parte importante de la finca. La dura situación de la época también impide al escritor seguir escribiendo en gallego. Escribe en castellano y firma con un seudónimo para no utilizar su nombre real en textos escritos sin libertad, en una lengua que considera impuesta. Luís de Alba, Santiago Amaral, Luís Peñanofre o Juan Gallego se convierten en los seudónimos habituales durante este periodo. Misión, La Región, Posío y Santo e Seña son algunas de las publicaciones que recogen estas obras.
El trabajo creativo tampoco se detiene, y aunque el idioma debe ser necesariamente el castellano, el tema de las obras escritas durante este tiempo será invariablemente gallego. En 1941 se publica en Buenos Aires Las palmas del convento. A esta le siguen Vida del doctor don Marcelo Macías y García y la Guía de Santiago de Compostela. En 1950, La vocación de Adrián Silva y las obras sobre Juan Manuel Bedoya y Las ciudades gallegas.
Don Ramón, que pasa largas temporadas entre el piso de la calle de la Paz en Ourense y la casa familiar en Trasalba, vive discretamente retirado y envuelto en un silencio impuesto que le impide hacer declaraciones públicas, una situación que debe causarle gran tristeza y frustración. Son tiempos especialmente difíciles en los que recibe noticias de amigos que han sido cruelmente asesinados, muertos en el frente, en prisión o exiliados. El escritor pasa los días concentrado en sus estudios, leyendo y escribiendo.
A partir de 1946, comienza tímidamente a firmar textos periodísticos con su nombre real. Un año más tarde, en 1947, empieza a escribir los artículos de Parladoiro, una sección habitual del periódico santiagués La Noche, lo que supone el lento y constante regreso del escritor a la escritura en lengua gallega.
En julio de 1947, Pedrayo y su esposa viajaron a Buenos Aires, invitados por el Centro Gallego para participar en la celebración del Día de Galicia. El productivo y feliz viaje le permitió reunirse con viejos amigos exiliados, entre ellos Castelao, y organizar la publicación de los tres volúmenes de la Historia de Galiza, patrocinada por Manuel Puente. La Historia de Galizaa se convertiría en un ambicioso proyecto cultural que reuniría gran parte de la obra de los intelectuales comprometidos con el país en aquella época. Además, como resultado de esta primera experiencia americana, en 1952 se publicó la obra Por os vieiros da saudade. Lembranzas e crónica de un viaxe a Buenos Aires, editada en 1952.
La editorial Galaxia
El 25 de julio de 1950 se celebró en la vinoteca del Hotel Compostela de Santiago la asamblea fundacional de Editorial Galaxia. Bajo la presidencia de Ramón Otero Pedrayo, el Patriarca de las Letras, y con la presencia de figuras destacadas del galicianismo como Manuel Gómez Román, secretario del Partido Galicista, se fue configurando el núcleo de la resistencia cultural y política del galicianismo, obligado a la clandestinidad y al exilio tras la Guerra Civil Española. Francisco Fernández del Riego, Xaime Illa Couto y Ramón Piñeiro fueron las tres figuras que, desde el principio, dirigieron la editorial, comprometida con la recuperación de la lengua y la cultura gallegas durante los difíciles años de la dictadura.
Entre 1939 y 1950 apenas se publicaron libros en Galicia, y mucho menos en lengua gallega. La edición, al igual que la resistencia política y cultural, se desarrolló durante este periodo principalmente en América (México, Uruguay, Argentina), en torno a figuras como Castelao, Manuel Puente, Arturo Cuadrado y Luís Seoane, verdaderos impulsores de la producción editorial en el exilio. En 1949 se publicó en Pontevedra la colección de poesía Benito Soto, impulsada por Sabino Torres, Cuña Novás, Álvarez Negreira y Celso Emilio Ferreiro. Por esas mismas fechas aparecieron los primeros títulos de Bibliófilos Gallegos y de la Editorial Monterrey, dirigida por Luís Viñas Cortegoso y Xosé María Álvarez Blázquez, esta última centrada principalmente en la edición bibliófila. De todos ellos, el proyecto Galaxia se consolidaría como el más estable y duradero, un punto de referencia esencial para el resurgimiento de la actividad intelectual en el interior de Galicia.
Ramón Otero Pedrayo, profesor universitario en Compostela, trabaja en estos años con entusiasmo y celo en el renacimiento cultural de Galicia. En contacto directo con el círculo de intelectuales que apoyan a la editorial, publica en sus prensas Lembranzas e crónica de un viaxe a Buenos Aires, que apareció en 1952. Además, su obra "En memoria de Hölderlin" forma parte de Presencia de Galicia, el primer número de los Cuadernos de la Colección Grial, concebidos inicialmente por Galaxia como volúmenes temáticos, que serían los predecesores directos de lo que, a partir de 1963, se llamaría Grial. Revista Galega de Cultura.
Son años fructíferos en los que el escritor firma un gran número de obras. Entre ellas, cabe destacar O libro dos amigos (1953), una original recopilación de delicados retratos biográficos de amigos y compañeros fallecidos.
Pedrayo, inmerso en una intensa y variada actividad, representa en estos años la resistencia del galicianismo histórico. Muchos estudiantes se reúnen con él todas las tardes en el Café Español, en la calle Vilar de Santiago, para escuchar sus disertaciones. Algunos de estos jóvenes lograrán lo que los estudiosos y amigos del escritor no habían conseguido antes: la publicación de un libro de poemas. En 1958, el grupo Brais Pinto inaugura su colección de poesía con el folleto Bocarribeira. Poemas pra ler e queimar, la única colección de poemas publicada en vida del autor, que siempre se había mostrado reacio a compartir sus versos.
Dos fallecimientos ensombrecieron la feliz vida del escritor durante esos años. El primero fue el de Castelao, en enero de 1950; el segundo, el de Eladia Pedrayo, su madre, que murió el 4 de febrero de 1957, cuando estaba a punto de cumplir 98 años.
El 5 de marzo de 1958, el día en que cumple 70 años, Ramón Otero Pedrayo imparte su última clase como profesor universitario. La jubilación forzosa del intelectual reunió a cientos de personas de toda Galicia en el Paraninfo de la universidad para escuchar la última lección del maestro. Don Ramón se dirige al expectante y devoto público en gallego, como él mismo aclara, porque un alumno se lo había pedido. La disertación, titulada «Panorama general de Galicia», se convirtió en una gran muestra de apoyo y afecto hacia el escritor.
El 8 de julio de ese año, un nutrido grupo de intelectuales gallegos se desplazó a Trasalba para obsequiar al escritor con el libro Homaxe a Ramón Otero Pedrayo no setenta aniversario do seu nacemento, una nueva muestra de afecto que conmovió profundamente al literato. Ese mismo año se publicó en Caracas otro volumen homenaje titulado Ramón Otero Pedrayo. A súa vida e a súa obra.
Con su jubilación y regreso a Ourense, se cerró una etapa de intensa actividad. Durante los años que pasó en Compostela como profesor universitario, Ramón Otero Pedrayo dio conferencias por toda Galicia, escribió decenas de artículos y prólogos de libros, participó activamente en la renovación de la Real Academia Gallega, coordinó la redacción de los tres volúmenes de la Historia de Galiza y trabajó en sus propios proyectos. Entre ellos, cabe destacar la obra de teatro titulada O desengano do Prioiro (1952) y la colección de relatos cortos reunidos en Entre a vendima e a castañeira (1957).
Últimos años
Jubilado como profesor universitario, Ramón Otero Pedrayo divide su tiempo entre su casa natal y el pueblo de Trasalba. Son años de intensa actividad para el escritor, que, siempre dispuesto a trabajar por la lengua y la cultura gallegas, que siente que están renaciendo, asiste a todos los cursos y conferencias a los que es invitado, escribe generosos prólogos, pronuncia discursos, participa en actos públicos y escribe cientos de artículos y colaboraciones periodísticas desinteresadas. Consciente de su prestigio público y esperanzado con la actividad galicista de las nuevas generaciones, Pedrayo trabaja con renovado entusiasmo por Galicia y el pueblo gallego.
Jubilado como profesor universitario, Ramón Otero Pedrayo divide su tiempo entre su casa natal y el pueblo de Trasalba. Son años de intensa actividad para el escritor, que, siempre dispuesto a trabajar por la lengua y la cultura gallegas, que siente que están renaciendo, asiste a todos los cursos y conferencias a los que es invitado, escribe generosos prólogos, pronuncia discursos, participa en actos públicos y escribe cientos de artículos y colaboraciones periodísticas desinteresadas. Consciente de su prestigio público y esperanzado con la actividad galicista de las nuevas generaciones, Pedrayo trabaja con renovado entusiasmo por Galicia y el pueblo gallego.
El escritor viaja con frecuencia a Santiago de Compostela para reunirse con el numeroso círculo de amigos y jóvenes que visitan la casa del doctor García-Sabell en la Rosaleda, desde donde, en estos años, se gestiona una parte importante de la actividad cultural de la intelectualidad gallega, destinada a desempeñar un papel protagonista en el resurgimiento de nuestras letras tras el largo período de posguerra.
En 1959, Otero Pedrayo termina en su casa de Trasalba O señorito da Reboraina, que se publicaría al año siguiente, convirtiéndose en la primera novela del escritor en gallego publicada después de la Guerra Civil y la última que entregaría a la imprenta en vida. El texto recrea con humor e imaginación la vida de Don Juan Manuel Pereira, el señorito de Reboreda.
A partir de la década de 1960 comenzaron a sucederse los homenajes y reconocimientos. En abril de 1962, el jurado decidió otorgarle las 300 000 pesetas dotadas por el prestigioso Premio Galicia de la Fundación March, al que también optaba Vicente Risco. Al año siguiente, Otero Pedrayo recibe el primer premio de la Diputación Provincial de Ourense por la obra enciclopédica El padre Feijoo. Su vida, doctrinas e influencias, en el marco de las conmemoraciones del centenario del fraile ilustrado.
En 1966, la editorial Galaxia publica el libro O espello no serán. Entre el Pedroso y el Viso, una recopilación de textos y reflexiones que recoge la particular visión del escritor sobre la ciudad de Santiago de Compostela. En esos mismos años, esboza una voluminosa Historia da arte universal, que firma con el seudónimo de Cerro de los Llanos, traducción al español de un Otero dos Chaos, que refleja una vez más el espíritu y la personalidad de su autor.
El 4 de agosto de 1973, en el Hotel San Martín de Ourense, un grupo de amigos organizó un nuevo homenaje al escritor, esta vez con motivo de las bodas de oro del matrimonio Otero Bustamante. Por expreso deseo de Don Ramón, las invitaciones fueron en gallego. Poco después, el 8 de abril de 1975, Fita falleció. La muerte de su compañera durante 52 años entristece al escritor, que ve en el suceso un presagio de su propio final.
El 12 de diciembre de 1975, En una ceremonia celebrada en el Paraninfo del instituto de Ourense donde había trabajado como profesor, recibe un cálido homenaje de sus antiguos alumnos, que le obsequian con la edición de Teatro de Máscaras, una colección de dieciséis piezas dramáticas breves firmadas en 1934 durante los frecuentes viajes en tren que el escritor realizaba a Madrid en compañía de Castelao para asistir a las Cortes. De hecho, algunas de las obras fueron escritas en el reverso de los discursos parlamentarios.
Filgueira Valverde afirmó haber encontrado los manuscritos entre los papeles de Castelao, que se conservan en el Museo de Pontevedra. Don Ramón dice que no recuerda ni tiene copia de las obras, que describe como «bosquejos de pequeñas obras de teatro» que divertían mucho a Castelao durante las «tediosas sesiones presupuestarias de la Asamblea Constituyente». Según el propio Pedrayo, fueron producidas a instancias del rianxeiro, quien, fascinado por las innovaciones teatrales de la Europa de la época, buscaba una renovación completa del teatro gallego emulando el teatro ruso que había tenido la oportunidad de conocer en París.
El 10 de abril de 1976, cuando el reloj de la catedral de Ourense marcaba las ocho de la mañana, el escritor falleció en su domicilio de la calle Paz. El multitudinario funeral, celebrado dos días después, reunió a gran parte de la intelectualidad gallega y a muchas personas que acudieron expresamente desde toda Galicia para rendir homenaje a quien con razón ha sido llamado el Patriarca de las letras gallegas. Vestido con el hábito franciscano y envuelto en la bandera gallega, tal y como era su deseo, su cuerpo descansa en el cementerio de San Francisco, junto al de su madre y su esposa. En la discreta lápida que cubre sus restos se puede leer: «Descansa en el amor del pueblo gallego y en la paz de Dios».



























